Once años atrás nadie pensaría que un venezolano soñador de tan solo 23 años edad llamado Andrés Moreno, lograría su meta de constituir una de las compañías latinoamericanas más exitosas de la última década. Open English, es la escuela de inglés online pionera en el mercado internacional, valorada actualmente en 350 millones de dólares. En Liderlogo nos cuenta cómo alcanzó el éxito.
Cuéntanos ¿Desde que edad comenzaste a soñar con Open English?
Desde muy joven, realmente.
Estando en la Universidad co-fundé una compañía llamada Optimal, donde dábamos clases de inglés a ejecutivos de grandes empresas como Procter & Gamble, Sun Microsystems y Cargill. Viendo las limitaciones que para nuestros estudiantes tenía un esquema presencial como ese: tener que trasladarse a un salón de clases, luchar con el tráfico, ceñirse a un horario fijo… ¿Cuánto impactaba esto en su aprendizaje? Comencé a pensar que debía haber otra manera de hacer las cosas, y como para ese momento ya la tecnología había evolucionado tremendamente en temas de comunicación, decidí en 2005 romper con el sistema tradicional y crear un modelo en línea mucho más escalable, que fue Open English.
¿Se nace siendo un emprendedor o se va forjando en el camino?
Todos podemos ser emprendedores, lógicamente, pero es importante entender que en este tipo de vida hay que convivir con el riesgo y la incertidumbre. Hay que creer en uno mismo y confiar en los sueños, hay que ser paciente, persistente y resistente a los obstáculos del camino. No todo el mundo nace para emprendedor, porque hay valores como la estabilidad, la predictibilidad, la seguridad, que son fundamentales para otro tipo de persona, que prefiere lograr un buen empleo que le dé cierta estructura a su vida, antes de tirarse al agua y correr riesgos como emprendedor. Todas las decisiones son respetables.
“…Para ser un emprendedor
hay que convivir con el riesgo y la incertidumbre”
Por eso, lo más importante es conocerse a sí mismo, qué tipo de persona es uno; y si el llamado es a ser emprendedor, pues se aprende, como todo en la vida. Hay competencias que debes desarrollar para convertir una idea en una empresa, como: diseñar un plan de negocios, conocer a tu potencial cliente, a la competencia, el mercado, calcular el capital de inversión, la estrategia de salida, entre otros.
Pero todo esto se va aprendiendo. Éste es, por cierto, el objetivo de Éxito, mi último proyecto, un curso que surgió de las tantas consultas que me hacían jóvenes emprendedores que buscaban orientación para comenzar.
Claro que el emprendedor se hace, pero hay que trabajar, hay que esforzarse en aprender a serlo. Muchísimos jóvenes latinoamericanos se han re conectado con su vena de emprendedores. Ahora muchos más se aventuran a luchar por su sueño, y si no tienen el perfil completo del emprendedor, pues aprenden las competencias que les faltan, que en la vida TODO se aprende.
¿Cómo fue ese primer día en San Francisco cuando empezabas? ¿Cuál fue tu primer paso?

Recuerdo ese primer día como todos “los primeros días” en los que nos enfrentamos a una situación nueva en la vida, la que sea, incluyendo ese “primer día de clases” que todos recordamos. Había algo de ansiedad y temor, porque no es una decisión fácil dejar una vida de certidumbres, seguridades y hasta comodidades, para lanzarse a otra donde todo es desconocido y no hay garantías. Sabía que los 700 dólares que tenía como todo mi capital no durarían mucho y que tenía que enfocarme, si quería lograr algo.
En paralelo, sentía la emoción y la adrenalina de estar en el camino de cumplir un sueño. Tenía la intuición de que eso era lo que tenía que hacer y estaba dispuesto a todo. Ese sentimiento de estar siguiendo lo que te dice tu ser interior es súper poderoso, y puede vencer cualquier duda.
No tenía el apoyo cercano, diario, de mi familia ni mis amigos, que habían quedado en Venezuela, pero tenía un amigo en Silicon Valley que me prestó un sofá para dormir durante esos meses, un traje presentable para hablar con los inversionistas, unos cuantos dólares en el bolsillo y un sueño que me sirvió de gasolina y me permitió seguir andando. Siempre hay un momento en el que estamos solos con nosotros mismos y contamos solo con nuestras ganas. Ese fue ese día.
¿Qué piensas sobre el miedo?
El miedo es la respuesta natural de nuestro cerebro a cualquier estímulo que se perciba como amenaza física o emocional. Es un componente indispensable de nuestro mecanismo de defensa más ancestral. Todos lo sentimos en cualquier momento de la vida. Pienso que hay que entenderlo como lo que es, reconocerlo, saber que existe, para qué sirve, pero hasta allí.
“Los valientes no son los que no sienten miedo. Son los que conviven con él y aprenden a dominarlo”
Permitir que el miedo a lo que pueda pasar -dentro de lo razonable, lógicamente- te inhiba o te inmovilice y no te permita hacer tu vida, desarrollarte como persona, equivocarte, aprender, volver a intentar, y realizar tus sueños, es hacerte esclavo de una fantasía (porque el miedo es siempre a lo que podría suceder, y lo que podría suceder está en el futuro, es todavía una fantasía de tu imaginación, no es nada concreto, realmente).
Todos sentimos miedo. Y por eso debemos acostumbrarnos a tenerlo de compañero de vida porque jamás va a dejar de existir. Es natural, pero hay que mantenerlo a raya. El miedo descontrolado es una de las emociones más dañinas, porque lleva a otras que son destructivas por naturaleza. Hay una frase de Yoda en una de las primeras películas de La Guerra de las Galaxias, que me quedó grabada desde entonces y creo que explica mejor lo que quiero decir: Dice Yoda: “El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la rabia, la rabia lleva al odio y el odio lleva al sufrimiento.” Y pienso que el sufrimiento no puede ser el objetivo de nadie… por eso es mejor controlarlo desde las primeras manifestaciones de miedo.
Al final del día, creo que los valientes no son los que no sienten miedo. Son los que conviven con él y aprenden a dominarlo. Eso es lo que es para mí ser libre.
¿Es despiadado el mundo empresarial?
Es un mundo duro. Pero a la vez, ¿Qué en la vida no tiene un factor de dureza, de reto? Una empresa existe para dar dividendos a los accionistas, ésta es una realidad ineludible. Para generar ganancias, la empresa necesita ser productiva, y para ser productiva debe ser mejor que la competencia, debe subir los niveles de exigencia, debe tratar de ser la mejor. Este no es un escenario complaciente, evidentemente, y es lo que lo hace duro, pero es una realidad.
Dicho esto, también hay que considerar que somos seres humanos e invertimos en nuestro trabajo diario al menos 8 horas, y si no encontramos una manera de balancear las exigencias laborales con el descanso y la vida personal, no solo terminaremos rindiendo mucho menos, sino que nuestra calidad de vida se verá seriamente afectada.
Steve Jobs no solo nos dejó un legado tecnológico invaluable, sino una mirada de la vida súper intensa, incluyendo la perspectiva de que quien ya no la va a tener por mucho más tiempo. Jobs dijo en esa oportunidad: “Ser el hombre más rico del cementerio no es importante. Irme a dormir cada noche pensando que hice algo extraordinario ese día es lo que realmente me importa.” Creo que es indispensable mantener esta perspectiva del verdadero valor del éxito como algo que enriquece la vida personal.
Por eso, uno de los atributos de la cultura en Open English es hacer que el trabajo sea divertido, que las metas sean alcanzables, tal como debería ser aprender inglés. (“Fun and achievable”). Si vas a nuestras oficinas en Coconut Grove, verás una mesa de billar en el área de recreación, con una pizarra donde los empleados dejan mensajes personales, chistes, caricaturas… la idea es darles un espacio y un tiempo de distensión para que puedan alcanzar un equilibrio entre la presión laboral y el descanso mental y físico.
No creo que sea necesario ser despiadado en los negocios para ser eficientes y creo que el trabajo debe ser algo estimulante, agradable y divertido.
“Los negocios en 20 años definitivamente tendrán una visión mucho más global, interconectada, y con mayor sentido de trascendencia”